Me queda muy claro, que todos los docentes aprendemos por ensayo y error nuestra labor, puesto que cuando inicié a dar clases, cometí una enorme cantidad de errores, algunos de ellos relacionados con el dominio de contenidos y la planeación de clases, de tal forma que después de terminar el material preparado para una clase, me quedaba sin elementos de información para ampliar la explicación, incluso hubo ocasiones que hasta me faltaban aproximadamente veinte minutos para el término de la sesión, así que la desesperación y angustia que sentía era enorme y terminaba poniendo innecesariamente muchos ejercicios del mismo tipo (por ser del área de matemáticas), y me llegaron a comentar: «ya entendimos profesor, que mas».
Otra de las problemáticas que enfrente fue el control de grupo; recuerdo que antes de ingresar a trabajar en la preparatoria particular de la que todavía formo parte, participé en un curso de inducción, en el cual preparamos la presentación de una clase, pero pusieron como alumnos a algunos compañeros profesores que ya laboraban en la institución, combinados con alumnos sobresalientes de ellos. Se ponían de acuerdo sobre el papel que realizaría cada uno de ellos, por lo que no faltaba el alumno que todo lo cuestionaba, el platicador excesivo, el altanero, el que se quejaba de que sus compañeros no lo dejaban concentrarse, etc., y después de terminar la sesión, me molestó la actitud de quienes fungían como alumnos, ya que fueron muy “duros” con el novato, e incluso al final, manifesté delante de todos que me parecía una exageración, que regularmente eso no pasaría en un salón de clases. Que gran sorpresa me llevé durante mis primeros días en la preparatoria particular (con una marcada diferencia sobre los de escuela pública, con quienes también tuve problemas de control de grupo, pero no como con los de la escuela privada), y me di cuenta de la carencia de estrategias que tenía para mantener la atención y control de los grupos. Además, recibí el consejo de algunos compañeros profesores mas experimentados, quienes recomendaban algo de lo que en la lectura de “La aventura de ser maestro” dice: «durante las primeras clases de un semestre, no te sonrías con los muchachos, porque no los conoces y se van a dar cuenta de que estás nervioso».
Además me tocó comportarme como quien ya todo lo sabía, y me comportaba muy reservado con mis compañeros maestros con respecto a mis dudas en algunos temas, y en vez de preguntarles, me ponía a investigar por mi cuenta.
También me tocó atravesar por el problema de no tener una preparación para ser docente (mis estudios profesionales son de ingeniería) y por lo tanto iniciar la labor sin el perfil adecuado; sin embargo, durante muchos años tuve grupos deportivos a mi cargo, en los cuales daba clase, sobretodo buscando el desarrollo de habilidades psicomotoras, y como quiera, eso me permitió disfrutar de lo que era enseñar.
Es justo reconocer que desde que empecé a dar clases me gustaba, pero no tenía la preparación para ello; sin embargo, la óptica de la enseñanza que tuve fue la de disfrutar y vivir con gran pasión lo que los alumnos descubrían cada día en las clases, tal y como lo comenta José Manuel Esteve en la aventura de ser maestro y Marta Lluis Cladera en su resumen. Conforme fue pasando el tiempo en el medio escolar, me fui preparando en el área, terminando una maestría en educación, cinco diplomados en las áreas de enseñanza de matemáticas, y de las reformas educativas, participando en foros, congresos, cursos y conferencias de manera permanente, y leyendo literatura relacionada con la formación de los jóvenes.
Lo anterior me ha servido y me seguirá sirviendo para combatir el llamado malestar docente, además de valorar mí trabajo aun más, y convertir en un reto cada jornada.
Además es importante conocer una amplia gama de modelos educativos, los cuales se puedan aplicar según los temas y fines perseguidos, para de esta manera fomentar en los jóvenes un espíritu de investigación constante, de perseverancia por encontrar la esencia de las cosas, la verdad de la realidad, observando el orden natural, obligándoles a pensar y sentir, a sentir y pensar (parafraseando las ideas del autor).
Se requiere la actualización pedagógica, como la que durantes estos meses estamos realizando, con el objeto de no caer en la óptica del aburrimiento, en la cual se repite año con año las mismas lecciones y con los mismos métodos.
Espero que durante los años venideros pueda estar a la altura de lo que nuestra educación en México requiere, para enseñar con la pasión y decisión que nuestras generaciones reclaman, y beneficiar el aprendizaje de conocimientos que les permita forjar un destino.
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