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domingo, 11 de octubre de 2009

Mi confrontación con la docencia.

Estudié la carrera de Ingeniería Industrial en Electrónica en el Instituto Tecnológico de Tijuana; desde pequeño me llamaba la atención el jugar con alambres, motorcitos, focos, etc., por esa razón durante mis estudios de bachillerato decidí seleccionar la capacitación de electrónica a partir de tercer semestre, la cual me convenció de que era lo mío. Durante este periodo conocí a varios amigos de los que todavía conservo algunos.
Durante el sexto semestre de bachillerato llegó el momento de seleccionar la carrera universitaria que pretendía estudiar, y en ninguna universidad pública tenían la carrera de Ingeniería Electrónica, por lo que enfrentaba un problema, ya que mi familia no tenía los recursos como para pagarme una universidad privada, por lo que influenciado por los amigos y orillado por el contexto, decidí estudiar una carrera afín a mi vocación, pues estaba combinada con otra área, y es como seleccioné estudiar la carrera antes mencionada, la cual además de contar con el núcleo de formación básica de cualquier ingeniería(tronco común), estaba conformada por un núcleo del área industrial y otro del campo electrónico.
Grata sorpresa me llevé al darme cuenta durante los cursos de cálculo numérico (matemáticas I y II en ingeniería), que las matemáticas se me facilitaban(quizás fue por los profesores tan bien preparados que me tocaron), y además de que las asignaturas del campo industrial eran muy interesantes, incluso uno de los maestros me invitó a realizar prácticas en la empresa en la que laboraba, la cual se dedicaba a la asesoría industrial (INAC, Instituto Nacional para la Administración de la Calidad); tanto me agradó esta labor, que posteriormente me quedé a trabajar con él.
Después de terminar mis estudios me dediqué a trabajar como asesor industrial, pero cuando me tocaba la parte correspondiente a pláticas, cursos y talleres, me daba cuenta que me faltaba conocer mas de estrategias de enseñanza.
Paralelo a mis estudios tenía como pasatiempos el hacer deporte, por lo que conocí de manera personal a algunos directores de escuelas, quienes después de que egresé de la secundaria, me invitaron a dar un servicio social en algunos de sus centros escolares como preparador físico de los estudiantes y entrenando escoltas, labor que realicé incluso hasta unos años después de egresado de la universidad, fortaleciendo mi relación con personas del medio educativo.
Este desarrollo alterno me permitió tocar puertas en el momento en que se me presentaron las dificultades de transmisión de ideas con el personal de las empresas que requerían una capacitación. La recomendación que me hicieron fue trascendental en mi vida: “Está iniciando una Maestría en Educación, si quieres enseñar hazlo bien, ponte a estudiar junto con nosotros”. Esto me llevó a iniciar estudios de postgrado y a rodearme de profesores conocidos, muchos de los cuales admiraba.
De esta manera, no tardó mucho tiempo para que me ofrecieran unas pocas horas en una escuela de educación media superior. «Solo para ejercer tus estudios y que tengas una entrada extra» me decían. Poco a poco fue incrementando mi carga horaria, y mi gusto por la docencia, pues hasta el momento ésta había estado limitada a grupos de preparación física y orden cerrado.
Pocos años después me ofrecieron un trabajo administrativo en un plantel particular, y mi carga horaria en la preparatoria pública en la que actualmente trabajo ya era considerable. Aunado con la crisis en las industrias de mi tierra, mi crecido gusto por la enseñanza y el trabajo administrativo ofrecido que se relacionaba con el control de procesos, sistemas y mejoras, decidí dedicarme a esta loable labor, de lo cual no estoy arrepentido y puedo decir que disfruto mi quehacer diario.
Ser profesor me permite sentir que debo dar dirección e impulsar el desarrollo de los jóvenes, quizás porque siempre he coincidido con la etimología de la palabra pedagogía (paidón=niño y gogos=conducir), cuya materialización se aprecia en la práctica del pedagogo. «En sentido estricto, el pedagogo era la persona encargada de llevar de la mano a los niños, por extensión se llama así a los maestros que guían al niño en todo lo relativo a su educación», según los clásicos. Este concepto se aplica hoy en día en todos los niveles de enseñanza, así que en el nivel medio superior no es la excepción, y siento un gran compromiso porque nos toca la preparación previa a su nivel superior.
Guiarlos para encontrar su destino, sin frustrar sus expectativas, pero observando sus habilidades, aptitudes, actitudes y valores, mediante asignaturas que puedan fortalecer su definición vocacional. Prepararlos para enfrentar a la sociedad, vincularlos al sector productivo, moldear un estilo de vida.
Gran compromiso se tiene si se toma como arquetipo a los clásicos y se descubre que la intención de la antigua Grecia era la formación del hombre, buscando hacer de él un ser libre, enseñando las virtudes; en otras palabras, conseguir que el joven ame la verdad y quiera la belleza, entendiendo ésta como la búsqueda permanente de la excelencia.
Claro que en esta gran tarea el papel de los padres será fundamental, y el trabajo cercano con ellos me ha llenado de grandes satisfacciones, pues en la educación por ellos he observado todo un mapa curricular, con propósitos y sistemas de evaluación que asignan calificaciones en sus niveles de logro. Participan en esta gran responsabilidad educativa, ya que el comportamiento y el destino de los hombres en la vida, depende en gran medida de cómo hayan sido criados; es decir, de la formación de la recta conciencia, basada en hábitos, en un cierto arte o modo espontáneo de hacer las cosas lo mejor posible, predicando con ejemplos de conducta a seguir por sus hijos, en el trato humano, en el conocimiento por costumbres, en afectos, en el suelo en que se vive, rehuyendo las malas compañías, prefiriendo lo honesto; el enorme mérito de los padres en este rubro, es el hacer de la educación un traje a la medida de sus hijos, sacando lo mejor de sus aptitudes naturales.
Por otro lado, grandes satisfacciones me he llevado al ver las caras de mis estudiantes con una gran sonrisa por el logro de aprobar la asignatura, por sus resultados obtenidos después de participar en un concurso, por terminar su bachillerato y durante el acto académico observar muestras de cariño y afecto entre alumnos, padres y amigos por el éxito de vida alcanzado; también, al recibir un nombramiento o reconocimiento de una generación después de un arduo trabajo con ellos, el enterarme de que quedaron en la universidad que ellos querían, el saber que consiguieron un empleo digno, que les permitirá vivir con honestidad, el saber que tienen una familia y son felices, el descubrir que formamos hombres de bien, que sirven honradamente a su familia, a su pueblo, a nuestros querido México, que tanto reclama este tipo de mexicanos, pues es sabido que familias grandes y unidas, dan naciones grandes y fuertes.
Sobre las insatisfacciones solo me resta decir, que ha habido bastantes, para conocerlas basta leer en negativo el párrafo anterior, así que también me ha tocado vivir momentos de tristeza, y aunque uno sabe que los problemas laborales se los debe de llevar a la casa, pienso que la educación en muchas ocasiones no cumple con esta máxima, ya que ésta se “cuece” a parte, pues no tratamos con “cosas”, sino con seres humanos, cuya formación aunque sea en una parte, se encuentra en nuestras manos.

2 comentarios:

  1. Hola omar gracias por in vitarme a visitar tu blog, al leer tu confrontación con la docencia me doy cuenta que desde tus inicios tuviste la oportunidad de trabajar con alumnos, y a pesar de que tu formación no es la docencia, te has preparado con maestria y diplomados, lo cual me habla de una persona enamorada de su labor docente y que día a día procuras mejorar para tener estrategias y herramientas que te permitan desarrollar tu trabajo con eficacia. Te felicito por tu entrega y potencial, eres alguien que inspira para seguir adelante y superarnos. Sigue siempre así.

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  2. Muchas gracias por tus comentarios Ketrin, son muy alentadores, y espero seguir con ánimo en esta labor tan interesante y trascendental en la vida de los hombres que es la docencia, pues estoy convencido que una juventud fortalecida y educada, trae por consecuencia pueblos grandes, fuertes y unidos. Espero mantengamos el contacto, agradezco el que hayas aceptado la invitación y me pongo a tus apreciables órdenes.

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